... Ahí estaba yo. Las manos me sudaban por los nervios. El aire estaba enrarecido por la tensión del momento y sólo mi respiración agitada rompía el incómodo silencio que abrumaba la habitación. Miraba a mi hermano y podía ver en su rostro la pregunta: ¿Qué hacemos ahora? No era fácil ser el hermano mayor en esos momentos. Luego, la miraba a ella y aun sin decirme una palabra pude leer en sus ojos el ruego desde su corazón, pidiendo ayuda. O al menos, compañía. Pero cómo ayudar sin tener la menor idea de qué hacer. Es como querer hacer un gol sin saber que hay que achuntarle al arco. No me juzgues, estudiando informática no te preparan para presenciar partos. Y menos ha practicar la obstetricia. No, no, no. A mí déjenme con los computadores, virus y programas. Pero ahí estaba. Ya no podía escapar. Yo era el responsable ahí. Tampoco podía correr a pedir ayuda, porque al menor intento de moverme, ella gemía de una manera espantosa para que no me fuera de su lado. Sólo le acariciaba el vientre y pedía instrucciones al cielo sobre qué debía hacer. El dolor que ella sentía era extremadamente intenso. Se retorcía de dolor. Y miraba con ojos penetrantes que clamaban ayuda, o al menos compañía... ¡De pronto! Un grito ensordecedor llenó toda la habitación. Sí, lo peor estaba por ocurrir. El dolor se intensificó aún más y también mi desesperación. Nunca había visto un parto, ni siquiera en la televisión, y ahora estaba a punto de efectuar uno. ¡¿Puedes creerlo?! Sé lo que me vas a decir: “¿Por qué no fuiste a pedir ayuda?”. Pero no podía. Si hubieses visto sus ojos. Y más aún, si hubieras escuchados sus gemidos. Un clamor que no se podía ignorar. Gritos que desgarraban hasta los corazones más fríos e indolentes.
Los gritos se intensificaban al mismo tiempo que los dolores. La tensión del lugar era abrumadora. Cuando por fin parecían disminuir las contracciones, arremetían con más fuerza, y junto con los gritos desgarradores de ella, todo el mundo invisible podía escuchar los gritos silenciosos de mi alma pidiendo una dirección. ¿Qué hacer en una situación así? De un momento a otro, ella adoptó una posición extraña. Todos sus músculos se apretaron y se empezó a abrir la compuerta de la vida. Ver eso logra impactar hasta la persona más dura. Ver que el tamaño de la abertura vaginal crece a dimensiones insólitas e increíbles. Y que de pronto empieza a aparecer “algo”, sin forma, ni color digno de describir. Un olor putrefacto, venía a poner la guinda a la torta de cosas desagradables. ¡Deja de criticarme con la mente! No fue fácil. Te recuerdo que lo mío es programar, administrar redes de computadoras, diseñar algoritmos... Nunca pensé en estar en una situación así. Pero volvamos a lo que estaba saliendo por aquella vagina. De a poco comencé a distinguir formas, colores, y a acostumbrarme al espantoso olor que emanaban ambos. Pero por alguna curiosa razón, la flamante nueva mamá, dejó de hacer fuerzas. Era evidente que estaba cansada, pero dejó de hacer fuerzas cuando su hijo estaba con la mitad del cuerpo afuera. La zona púbica de la madre ya parecía cualquier cosa, y el bebé, con la mitad del cuerpo adentro y la otra mitad afuera. ¿Puedes creerlo? Ahí recién atiné a hacer algo cuerdo y que fue animarla, y motivarla para que no dejara la tarea a medias. “Vamos, te falta poco”. Me hubiese gustado darle de mis fuerzas para que pudiera seguir con su agotante misión, pero no podía. Me paraba a caminar y poder pensar y los gritos desgarradores volvían a decirme: “¡No me dejes sola!”. Me daba la impresión que ella sabía que no podía ayudarla mucho, pero lo que me pedía era que no la abandonara por nada del mundo.
En un acto digno de admirar y digno de resaltar y alabar a la “raza” femenina, sacó fuerzas de “alguna parte” y a pesar del cansancio y el dolor, volvió a pujar. Pujar como nunca antes. Sabía que sólo faltaba un poco, pero si yo me movía de su lado, ella gemía y gritaba para que volviera a sentarme a sus pies, tal vez porque quería que recibiera a su hijo o porque mi presencia la inspiraba para seguir pujando.
Al cabo de unos minutos eternos y de mucha presión y tensión, todo concluyó con una linda criatura en mis manos.
La madre exhausta de tanto pujar, veía como su “niña” respiraba y vivía por sí sola. Y yo seguía sin creer lo que había vivido. Al cabo de un par de días, y con la mente un poco más despejada, me senté al lado de mi gata y su hija recién nacida, y comencé a entender...
“Quise relatar la historia de esta manera porque necesitaba toda tu atención. Sé que no es muy agradable que nos comparemos con un animal, pero para mi fue impactante el poder que tenían los gritos de mi gata. Su clamor no me permitía alejarme ni un momento hasta que su bebé nació. Y la enseñanza es justamente esa, ¡clama! Porque con tu clamor, Dios no se podrá apartar de tu alumbramiento. Tal vez quieres sacar adelante tu familia. Quizás sea tu relación con Dios la que aún le cuesta nacer. Tal vez sean tus proyectos los que estás viendo como se disuelven o se alejan del cumplimiento. ¡Clama! Y Dios no podrá moverse de tu lado hasta que eso que estás dando a luz nazca. Yo no me pude mover del lado de mi gata, y eso que yo soy hombre y mi gata es apenas mi mascota. ¿Crees que Dios podrá moverse de tu lado, siendo que El es Dios y tú eres su HIJO? ¡Clama! Hasta que tus sueños sean dados a luz, ¡Clama! Que el Padre no podrá apartarse de tu lado hasta que el parto termine. El clamor consiste en esas oraciones desesperadas que no tienen mucho de teología. Salen del corazón y no de la mente. No necesariamente son gritos, pero sí son desgarradores. Y estoy seguro que el Padre, al escuchar tu clamor, no se apartará de tu lado, hasta que nazca.”
Con Cariño, Cristian San Martín.
7 comments:
Gracias, de verdad gracias... necesitaba mucho escuchar algo como esto...
Y seguiré... hasta que nazca.
Bendiciones!
oo
Wow...debo confesar que lo vi y lo encontre largo, lo iba a pasar por alto pero al leer las primeras lineas me enganche hasta el final...me dio risa y luego me di cuenta de el fondo...esta muy bueno.
Dios me habló, estoy segura de eso, gracias.
Que mas decir ....... impactante en verdad la comparación.....es tan verdad me quedo pensando y digo que Dios nos ama y jamas nos dejara solos en los momentos que mas lo necesitemos
Holi Pastor.. le escribe aqui su siempre fiel oveja, muy, muy buena esta enseñanza la leí recien hoy es q no habia podido..., pero Dios nuevamente me sorprende y habla con cosas que parecen aveces insólitas.. bueno así es Él!!!!..
Sigue escribiendo Dios ye usa mucho en eso, y tus historias sé que ayudan a muchos a tomar un nuevo respiro, sé que son inspiración de Dios para tí.. te quiero muxo nus vemos xaus*...pazbrava...
uy me calo hasta lo mas profundo, hasta los huesos (jajaja)
gracias Maestro-Pastor Cristian
que Dios te siga hablando y llenandote de su gracia y amor
te quiero mucho
Que privilegio es conocer y haber vivido en el lecho de un gran "pescador de hombres". Sigue adelante con tu misiòn. Eres para cosas grandes. Un abrazo desde Marìa Elena, II Regiòn . Victor
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