Friday, December 13, 2013

Hablar como niños

Acababa de pasar un tiempo jugando con uno de mis hijos, el menor. Juego en el que el no paraba de decir cosas incomprensibles en su mayoría puesto que aun no aprende a hablar y sólo hay algunas palabras que se le entiende. Luego de esto fui a ducharme y desde que entré al baño hasta que salí estuvo al lado de la puerta gritando sus frases en una especie de conversación conmigo. No tengo la menor idea de que me decía o que me preguntaba.

- ¡Papiiiiiiii, aadlpeee! - era una de sus frases más repetidas a la que le ponía un tonito de pregunta.

- ¡Sííí! - le respondía yo desde la ducha.

En el mundo entero hay muchísimos idiomas distintos que partieron desde la intervención del Creador en el episodio de la Torre de Babel. Unos más conocidos que otros. Unos más complejos que otros. Pero sin lugar a dudas, uno de los lenguajes hablados más complicados de entender es el lenguaje de bebés que están aprendiendo a hablar.

El lenguaje de los bebés que están aprendiendo a hablar es incomprensible para la mayoría del mundo. Sólo los padres y hermanos de aquella criatura puede interpretar dichas palabras con relativa exactitud.

A esto se le suma unas ansias incontrolables por emitir, lo que para ellos son discursos épicos pero que para nosotros resultan ser una seguidilla de ruidos incomprensibles. Y es que los niños sienten un deseo inmenso de comunicarse con sus padres. Desde que nacen y son bebés hasta que son niños, tratan de expresar sus emociones, sentimientos, deseos y voluntades. Conforme va pasando el tiempo llega la pre-adolescencia y la adolescencia y ahí las cosas cambian, comienzan a sumirse en el hermetismo. Comienza a reinar la idea de que sólo los amigos de la misma edad entienden y están capacitados para escuchar lo que les pasa. La comunicación con los padres disminuye considerablemente y en algunos casos, no pocos, se pierde por completo.

Las razones de este fenómeno no las conozco, no soy sociólogo ni psicólogo, pero sí he notado que existe una sorprendente correlación con lo que sucede en nuestra vida espiritual y en nuestra comunicación con el Señor.

Cuando uno llega a la iglesia experimenta un nuevo nacimiento, y siguiendo la lógica, parte siendo un bebé espiritual. Es en esta etapa donde le conversamos de todo al Señor. Buscamos de Él más que nunca. Escuchamos enseñanzas, leemos las escrituras y por supuesto, hablamos muchísimo con él. Lamentablemente esto se pierde, tal como lo dice el mensaje a una de las 7 iglesias del Apocalipsis, se pierde el primer amor, y con esto la comunicación con nuestro Padre disminuye, en una especie de adolescencia espiritual.

Y creo que una de las razones por las que el Señor nos invita a recibir el evangelio como niños es por esto. A nuestro Padre le interesa muchísimo que estemos en comunicación permanente con Él. Desde las decisiones más importantes de nuestra vida, hasta los detalles. Como un padre amoroso le gusta escucharnos aunque muchas veces ni nosotros mismos sepamos decir qué nos pasa, qué queremos o qué necesitamos.

Te invito a hablar con Él. De todo y en todo momento. ¡Quiere escucharte!

Hasta la próxima.

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